En 1942, cuando el consumo de refrescos apenas se estaba estableciendo en Estados Unidos, la Asociación Médica Americana declaró que desde el punto de vista de la salud, es deseable restringir en lo posible el consumo de refrescos y otras formas de dulce, que son de poco o nulo valor nutritivo.
Creemos necesario que se limite su consumo en aras de la salud pública, dado que el azúcar así consumido hace que la gente deje de ingerir otros alimentos de alta cualidad nutritiva.
En 1999, cuando el consumo de refrescos se había elevado 10 veces en los USA, la Asociación Médica y otras organizaciones se han quedado calladas.
En 1997 los gringos gastaron en refrescos 54 billones de dólares, siendo los jóvenes de 12 a 19 años los más asiduos bebedores de esas porquerías embotelladas.
Los envases de plástico para refrescos y jugos han sido prohibidos en los USA desde 1978, por ser cancerígeno el vynil empleado en su fabricación. ¿Y en México, qué?
Los fabricantes de refrescos han descubierto que al aumentar el tamaño del envase, aumenta el consumo. (¡Y por supuesto, las ganancias!)
El impacto nutricional de los refrescos
Los pocos pero valientes médicos y nutricionistas que se han atrevido a enfrentarse a la poderosísima industria embotelladora de refresco, señalan que al beber un refresco se está consumiendo MÁS azúcar de la que nuestro organismo requiere.
Como esa azúcar está refinada, no contiene ningún nutriente, por lo que resulta tóxico en el organismo. Y si en vez de azúcar se endulza con edulcorantes artificiales como la sacarina, o el aspartame, peor.
Actualmente se consume entre los jóvenes más refrescos que leche, cosa que no ocurría hace 50 años, por lo que la obesidad entre los adolescentes se ha disparado a las nubes.
La obesidad aumenta considerablemente el riesgo de diabetes y trastornos cardiovasculares, la osteoporosis, provocada por la falta de calcio, que NO aporta ningún refresco. Las mujeres son las más afectadas por la osteoporosis. Y desde luego, los refrescos son lo peor para los dientes.
(La coca y la Pepsi (y similares) han recibido el nada agradable título de “las aguas negras del Imperialismo yanqui”…)
Igual que los cigarros, los refrescos –de cola, sobre todo- deberían llevar una leyenda que dijera: “éste producto puede ser perjudicial para la salud y causar efectos en el sistema nervioso de los niños”. ¿o acaso ya no es una droga la cafeína?
¿Otros males que causan los refrescos?
El contenido de cafeína en algunos refrescos (las “colas” sobre todo) es causa de insomnio, dolores de cabeza y trastornos nerviosos. El consumo de la cafeína en frío, es peor que al tomar un café. Tomar una Coca equivale a tomar 2 tazas de café.
El exceso de azúcar y aditivos en los refrescos es la causa principal de la diabetes infantil, así como de las dolorosísimas piedras en los riñones.
¡Y producen agujeros en los bolsillos! ¿Cuántas veces al año les suben el precio?
Los peores de los peores entre los refrescos son los “Light” por su altísimo contenido de esos endulzantes artificiales y aditivos, que han resultado muy buenos para producir cáncer.
Pero por encima de todo, usted debe estar consciente de ésta gran verdad:
NINGÚN REFRESCO ALIMENTA NI UN CARAJO.
Es criminal (y penoso) ver que mucha gente, engañada por la televisión, deja de comer bien y se “desayuna” con una coca y un gansito (por poner algún nombre), con la idea de que consumiendo esas porquerías se están alimentando…
Más del 40% de la basura que vemos en las calles y campo de México, son envases de plástico de refrescos.
Para apreciar cuán profundamente pueden penetrar los refrescos hasta las más remotas regiones de un país subdesarrollado, nos gustaría citar partes de una carta escrita por un sacerdote mexicano, el padre Florencio, en junio de 1974: “Parece que los refrescos son un factor muy importante en el desarrollo de los pueblos. He oído a algunas gentes decir que no pueden vivir un solo día sin beber un refresco. Otros, con el fin de ostentar un estatus social, deben consumirlos en todas las comidas, particularmente si hay invitados… Cerca de los pueblos más grandes, donde los salarios diarios son un poco más altos, los refrescos son más baratos. Pero en las rancherías remotas, donde la gente gana mucho menos y los refrescos tienen que ser transportados sobre el lomo de animales, cuestan a menudo el doble. La familia típica de Metlatonoc no puede ganar más de 1,200 a 2,000 pesos al año. Incluso lo poco que recibe cada año lo gasta en refrescos. En el pueblo más rico de esa región, Olinalá, donde en su mayoría son artesanos y ganan de 25 a 70 pesos diarios, se consumen alrededor de 4 mil botellas diarias de refrescos. Olinalá tiene 6 mil habitantes. La gran mayoría de la gente está convencida de que los refrescos deben consumirse todos los días. Esto se debe principalmente a la intensa publicidad, en particular a través de la radio, tan difundida en las montañas… Al mismo tiempo, en esos mismos pueblos, los productos naturales com la fruta se consumen menos; en algunas familias, sólo una vez a la semana. Otras familias venden sus propios productos naturales para poder comprar refrescos…”
Nos estamos convirtiendo en una sociedad de hipertensos por el consumo exagerado de refrescos y frituras, llenas de aditivos ajenos a nuestro organismo.
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